Barack Obama ya tiene el Nobel de la Paz en las manos. En el acto de entrega del premio, el presidente de los EE.UU. ha reconocido que es el jefe de un país que está en medio de dos guerras, y ha afirmado que es consciente del coste de la guerra, tanto humana como económicamente.
La aceptación de la guerra, en estos momentos, difiere muy mucho de lo que decía durante la campaña electoral. No tiene en cuenta, nada de nada, de lo que le hizo popular y, además, ser elegido en las votaciones estadounidenses.
Obama ha defendido la guerra y ha dicho que el Tercer Reich no se hubiera vencido sin el uso de la fuerza. "Los instrumentos de la guerra tienen un papel en el mantenimiento de la paz.". Ya estamos como siempre con las fuerzas de la PAZ . Ya sabemos que de no existir la policía, habrían ladrones igualmente; los ladrones estarían a sus anchas en caso de que no estuvieran los polis. No todo debe terminar con violencia.
Con todo, ha dicho, "entiendo el coste de una guerra, el gran esfuerzo humano que hay que hacer para ir de la guerra a la paz". Obama ha querido lanzar un mensaje de esperanza y ha dicho que "estamos pagando los errores cometidos por las generaciones pasadas, pero también tenemos un legado por recoger". "No somos prisioneros del destino, nuestras acciones importan y podemos cambiar la historia", ha afirmado Obama.
Nuevamente tenemos un mensaje casi eclesiástico, evangelista, con pintas religiosas, místico, con una carga excesiva de mártir-justiciero.
Deben ser muy intensas las presiones que esta recibiendo Obama, pues notamos el cambio sustancial existente entre lo que dijo y lo que dice. ¿Hacia donde vamos nuevamente?
